Bienvenidos al maravilloso mundo de la cocina, pero también al duro y sacrificado oficio de cocinero. Propiciado por los medios de comunicación y el momento actual, los cocineros estamos de moda y damos la bienvenida a una nueva generación de emprendedores y profesionales. Nuestra puerta siempre está abierta y todo el mundo es bienvenido, pero ¿sabe todo el mundo donde se mete? lamentablemente no. Ahora los niños quieren ser cocineros, la gente quiere ser cocinero, o mejor dicho “chef” pero, ¿sabemos exactamente lo que implica serlo?.
El grado de vocación o necesidad de un profesional para dedicarse a la cocina es extremadamente elevado, esto nos aporta grandes talentos y gente maravillosa que cocina de una forma extraordinaria, profesionales galardonados con estrellas y grandes premios, también los que para mí son los grandes triunfadores, aquellos que tienen llenos sus restaurantes y el reconocimiento de su público que llena cada día sus mesas y de los que posiblemente no conozcamos ni sus nombres. También los miles de cocineros que desarrollan dignamente este oficio en todo tipo de establecimientos muchos de ellos poco glamurosos, pero también muchos otros cocineros que se plantean cada día si ha llegado el momento de dejar esta profesión. Infinidad de formas de ver y sentir la cocina.
Una cocina real en constante movimiento, con jornadas interminables y expuestos a la presión a la que estamos sometidos no es un lugar para todo el mundo. Es bonito ver tu profesión reflejada en periódicos, televisiones, radios y en general en la sociedad, pero no debemos difuminar en ningún momento la realidad y la dureza de este oficio. La cocina es maravillosa, es un modo de vida y una profesión vocacional, pero solo para los que realmente lo sintamos así y sacrifiquemos muchas cosas por este oficio. Cocineros que nos dedicamos en cuerpo y alma a nuestro trabajo, a nuestro oficio y a una forma de vivir. Los cocineros también podemos ser comunicadores y profesores y es precisamente ésta la vía que tenemos para transmitir con enorme responsabilidad la realidad de esta profesión de una forma sensata, sin globos ni nubes a las nuevas generaciones.
Debemos educar y reflejar los valores de este oficio a todos los que empiezan y evitar así gente que no está en el lugar adecuado o gente con grandes carencias en humildad, valores humanos, respeto profesional y base culinaria de tradición y producto. Es sabido por muchos la dureza de algunas cocinas, con una disciplina militar entre sus paredes, solo apta para aquellas personas que decidan permitirlo en sí mismo a cambio de una formación, y no compartido por muchos otros. Aún así no se debe ocultar lo que existe de puertas para dentro. Cada uno está en su derecho de gestionar una cocina y a las personas como quiera, pero es importante que la otra parte sepa con claridad las reglas del juego, que cada uno sea libre de decidir su atmosfera y lugar de trabajo y que las dos partes cumplan con el respeto mutuo, algo que en algunos casos desgraciadamente no pasa. No es oro todo lo que reluce, para llegar hay que recorrer, para hablar hay que recorrer y antes uno debe saber si este es el camino que quiere tener en su vida. Detrás de las revistas, los focos de las televisiones, los libros, las ponencias, las presentaciones, la foto y los congresos… hay mucha “miga”, pocas horas de sueño, problemas y lucha de poder con la ley del más fuerte.
Son muchos los cocineros que colaboramos en distintos medios de comunicación y que llevamos años dedicados a este oficio, algunos ahora son rostros televisivos pero llevan media vida sacando adelante también con dificultades sus negocios. Y muchos otros son “chaquetillas brillantes” con sonrisa delante de las cámaras, convertidos en productos de marketing y mantenidos por la industria y la “mafia” de este sector. Debemos evitar transmitir a la gente falsas apariencias y premiar de verdad a aquellos cocineros que demuestran serlo en cada paso que dan, en cada detalle, en cada plato, en triunfar como empresario y también como comunicador.
Tenemos que llevar muy presente la responsabilidad de ser cocinero. Un trabajo importante que todos debemos desarrollar con profesionalidad en todos los sentidos. Sigamos empapando y transmitiendo nuestra profesión a la sociedad ya sea como parte de nuestra cultura o como entretenimiento en la televisión, hagamos disfrutar y ser feliz a la gente cocinando, pero seamos sensatos también con los que decidan dedicarse a esto o con los que no conocen esto, solo los que realmente lo sientan se quedaran.
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