Del 9 al 26 de abril se pueden encontar en Madrid menús gastronómicos dedicados al magnífico bacalao de Islandia y maridados con cerveza Inedit de Damm. Una ruta que se celebra por segunda vez y donde participan 39 restaurantes madrileños quienes abren sus cartas a menús para reivindicar la calidad del exquisito bacalao de Islandia. Los menús están armonizados en todos los casos por Inedit Damm, una cerveza ligera y fresca con la burbuja fina ideal para la comida y para, como es el caso, maridar con elaboraciones de bacalao por su punto cítrico.
Restaurantes tan dispares entre ellos como el Asador Guetaria, Ganz o Club A (para ver toda la información de restaurantes click aquí) nos acercan sus propuestas de degustación. Nosotros nos decidimos por este último, Club A, local de los incombustibles Iván y Álvaro de Arzábal que, con una propuesta inspirada en un club privado (como fue en origen) nos apetecía probar desde hace tiempo. No defrauda su puesta en escena, luz ténue, inspiración británica con sillones tipo chester y música sonando todo el tiempo.
No es un restaurante al uso y el que acuda al Club A lo sabe, los asientos son butacas o sillones y las mesas bajas, es como si comieras en el salón de tu casa con la luz casi apagada y con buena música. Un guiño canalla y de calidad a la creciente oferta de la capital. Un gran menú de cócteles completa su oferta, pero nosotros íbamos a probar el menú que nos llevó allí, el de las jorandas de bacalao e Inedit Damm.
Para comenzar nos trajeron unos bocadillos de costilla de cerdo ibérico magníficos con un punto picante presentado en una vaporera de bambú. Muy conseguido el contraste entre lo mediterráneo y lo oriental.
A continuación un arroz salteado con trufa y setas. Muy bueno de sabor y excelente el punto del arroz terso y entero, muy muy bueno servido en una mini cacerola. Estupenda la presentación.
El bacalao se hizo esperar pero no nos defraudó, a la calidad del producto y a la ejecución perfecta del pescado se unió un pil-pil de miso que nos cautivó y sorprendió. Es más ligero que el pil-pil habitual y cambia los matices de ajo por unos más salinos.
Para finalizar nos sirvieron una tarta fina de manzana ideal para dos personas servida en porciones como si fuera una pizza al que le hubiera ido de cine una bolita de helado.
Para cuando hubimos acabado la cena el ambiente del Club A se estaba encendido y no pudimos por menos que tomarnos uno de los cócteles que tan bien preparan allí, nos decidimos por un Negroni y un Tom Collins para redondear una velada estupenda .
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