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Valtravieso, gran presente y futuro prometedor

Hoy os cuento mi visita, junto con otros colegas del mundo gastronómico y enológico a la bodega Valtravieso adscrita a la D.O. Ribera del Duero.

Tengo que empezar diciendo que desde hace tiempo solo visito aquellas que me ofrecen algo diferente a lo que ya tengo visto, ya sea por arquitectura, proyecto, vinos o lo más importante, por el capital humano. Así que invitado por Álvaro Cerrada (@yalocatoyo) pensé que sería una buena oportunidad de conocer unos interesantes vinos realizados en un entorno diferente a casi todo lo que se suele ver en esta denominación.

Cada vez me seducen más los pequeños proyectos, los que ves que se apoderan de ti en cuanto los conoces de cerca, proyectos de gente cercana que fundamenta su trabajo en la tradición e intenta diferenciarse ofreciendo productos notables ya sean aceites, quesos, embutidos, conservas y como en el caso que nos ocupa hoy, el vino.

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Tras cruzar grandes feudos de la D.O. como Aranda de Duero, Peñafiel y Pesquera de Duero, con sus viñedos esquilmados tras la pasada vendimia, ascendemos hasta el altiplano vallisoletano dejando atrás cualquier atisbo de población y donde nos esperaba un día de magnífico sol y los viñedos más altos de la Ribera del Duero rondando los mil metros.

Valtravieso no es un proyecto pequeño aunque sí podríamos decir que es de un tamaño proporcionado, ¿por qué? porque, según las palabras de su propietario Pablo González,» si superas la barrera del millón de botellas pasas de ser bodega a ser fábrica de vino». Una afirmación acertada pero no del todo exacta, ya que en España existen otras bodegas que mantienen un alto nivel sobrepasando con creces esta cifra. En el caso de Valtravieso rondan las 600.000 botellas.

Una vez hechas las oportunas presentaciones, y tras probar el Valtravieso Verdejo, nos dirigimos hacia el viñedo, hay pocas cosas que me produzcan más placer que visitar los viñedos, aquí es donde te das cuenta de verdad del carisma de la bodega y donde el propietario y el enólogo tienen que ir de la mano  transmitiendo la verdad del «terroir». Nos informan de que disponen de 60 Has (50 Has en las inmediaciones de la bodega y 10 Has más en El Buey) y nos explican los próximos pasos a seguir para mejorar la calidad de la uva. Para amenizar la charla nos ofrecen un aperitivo y la segunda cata del día, los crianzas 2012 y 2013, recién embotellado este último y con gran potencial futuro.

Es en el propio viñedo donde toma la palabra el enólogo Ricardo Velasco, de aspecto despistado pero indudablemente preparado e involucrado para dotar a Valtravieso de la personalidad que quiere su propietario. Ricardo es un enólogo volcado en la viña, amante y formado en viñedos franceses que intenta dotar a los vinos de Valtravieso de personalidad propia a partir de la excelencia en la uva.  Estos vinos ya tienen por tradición una personalidad acusada, pero el objetivo no es otro que posicionar los vinos no solo por personalidad si no por calidad. Ricardo nos comenta que dada la altura y la orografía la meseta es lo sufientemente ventosa como para no tener que utilizar pesticidas siendo un cultivo «lógico» (que no ecológico), aprovechando a la perfección los factores climatología, orografía y, como no, sentido común. Durante las catas podemos apreciar su trabajo ya en algunos de los vinos.

Pasamos a la bodega. Una bodega es una bodega, las hay más grandes, más lindas o más pequeñas, pero una vez más, tanto Pablo como Ricardo nos insuflan su entusiasmo y amor por el trabajo mientras en un acto poco común, todo sea dicho, nos ofrecen catar los vinos que están empezando a crearse. Uno de ellos fue el»vino de prensa» que el enólogo usará en el futuro para corregir o modificar el resultado final según su criterio, una gozada.

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Ya en la sala de crianza, con aproximadamente mil barricas, tenemos la oportunidad de catar un merlot de 2013 extraído de la barrica expresamente para los nosotros. Gran detalle ya que estas cosas no suelen hacerse con todos los invitados, quedan para el personal de la propia bodega.

Penúltima parada, la sala de catas. Como el tiempo ya apremiaba, el lechazo tiene su hora, la cata se hizo más rápida de lo que nos hubiera gustado. Aun así pudimos probar las bondades del reserva 2011 que en mi opinión sobresale sobre su homónimo de 2010; VT tinta fina 2010 y 2011, vinos monovarietales con poco toque de barrica (en torno a los diez meses) y muy buena acidez ambos; y para terminar los VT Vendimia Seleccionada 2010 y 2006 los productos más «marca Valtravieso» coupage de tinta fina al 75% y cabernnet souvignon y merlot al 25%, crianza entre diez y doce meses y ocho meses en botella antes de salir al mercado. Gran vino para posicionarse entre los grandes vinos españoles.

Para finalizar nada mejor que una sopa castellana y lechazo asado en las propias instalaciones de la bodega. Para los que no somos catadores «oficiales» la idea de disfrutar de estos magníficos vinos al abrigo de un lechazo castellano nos provoca la ilusión de un niño pequeño con consola nueva. No hay mejor maridaje (o armonía), o muy pocos a la altura de este, que un asado bien hecho con un buen vino y buena compañía. Un estupendo colofón para una visita que mereció la pena hacer.

Bodega Valtravieso
Finca «La Revilla», s/n Pinel de Arriba.
47316 Valladolid
(+34) 983 484 030
www.valtravieso.com
valtravieso@valtravieso.com